martedì 24 marzo 2009

"Daniela Dessì y Fabio Armiliato en La Fanciulla de Sevilla" (intervista ad "Opera Actual")



"Conforman la pareja de oro de la lírica italiana y su relación con España, afortunadamente, es muy estrecha. En enero inauguraron el barcelonés Concurso de Canto Francesc Viñas, en marzo cantan La Fanciulla del West en el Maestranza de Sevilla y después de protagonizar Manon Lescaut en Varsovia, viajarán a Mahón para interpretar Tosca. Desde la Aida en la Arena de Verona, regresarán a Barcelona para unas funciones estivales de Turandot de Puccini.

ÓPERA ACTUAL: ¿Por qué cantan tanto en España?
DANIELA DESSÌ: Este país fue muy importante en los inicios de mi carrera, pero además, a Fabio y a mí nos gusta mucho cómo se vive y se trabaja en España. Los teatros españoles son muy suizos: serios, organizados... Algo que no sucede en Italia. En muchas ocasiones somos nosotros los que decantamos la balanza para poder cantar más a menudo aquí e incluso hemos pensado en trasladarnos a vivir a España...

Ó. A.: ¿Cómo ven la situación de la ópera en Italia?
FABIO ARMILIATO: Esto tiene un origen antiguo: es culpa de una falta de previsión económica, porque la ópera no ha dado nunca beneficios. Yo soy optimista y creo que la actitud que hay que tomar es la de ayudar a los teatros en lo que podamos. El problema principal radica en que en Italia se ha perdido la pasión por la ópera y el contacto con nuestra realidad histórica y las instituciones no se responsabilizan de preservarla.

Ó. A.: Estos días se encuentran en Sevilla ensayando La Fanciulla del West. Inicialmente estaba anunciada la producción de Piero Faggioni del Covent Garden, pero finalmente se hará la de Giancarlo del Monaco para la Ópera de Roma. ¿Cómo se
encuentran con dicha producción?
F. A.: El montaje de Del Monaco ya lo hemos hecho en Niza y en Roma, y la verdad es que funciona muy bien.
D. D.: Ambas son producciones muy bellas. La de Del Mo naco tiene la característica de ser más cinematográfica y uno tiene la sensación de estar viviendo un western.

Ó. A.: ¿Prefieren trabajar con este tipo de producciones, más realistas o clásicas, que con producciones modernas?
D. D.: A mí me gusta todo tipo de montajes siempre que sean inteligentes y musicales. Puedo abordar cualquier producción si tiene sentido y si no está hecha solamente porque el director necesita hablar de sí mismo o crear polémica.
F. A.: Yo no puedo soportar la provocación gratuita, porque no ayuda a nadie: ni al intérprete, ni a la ópera, ni menos al público. Se pueden hacer cosas modernas, y eso es bueno porque estimula la imaginación del público, pero sin caer en la pérdida
del pensamiento original del compositor.

Ó. A.: ¿Han renunciado a trabajar en alguna producción porque no se sentían cómodos con ella?
D. D.: Dos o tres veces. Esto sucede sobre todo en Alemania y en Austria. Me he visto llegando a un teatro y al subir al escenario encontrarme con una producción extrañísima y pensar: “Si yo fuera el director, la habría hecho diferente”...

Ó. A.: ¿Ha pensado alguna vez en dedicarse a la dirección de escena una vez finalice su carrera?
D. D.: ¡Sí! Siempre le comento a Fabio: “mira se me ha ocurrido una Madama Butterfly así o una Tosca asá”... Creo que un cantante no debería caer en los errores en los que caen aquellos directores de escena que desconocen que según que posición es incómoda para el cantante, qué nobla ayudan ni a él ni a la producción.
F. A.: Debería existir un discurso siempre fluido de colaboración entre el director de escena y el cantante, tanto de diálogo como de creación.

Ó. A.: ¿Acostumbran a planificar sus agendas profesionales para cantar el máximo
posible juntos?
F. A.: Siempre que se da la posibilidad decantar juntos lo hacemos, del mismo modo como, antiguamente, las compañías de ópera giraban con los mismos cantantes. De allí surgieron parejas escénicas que die ron la vuelta al mundo, como la de Mario del Monaco y Renata Te baldi. Como en el ballet, la complicidad que se crea entre dos intérpretes que habitualmente trabajan juntos y se conocen muy bien es un plus a la hora de conseguir un determinado resultado artístico, además de brindar una credibilidad interna que puede hacer asumible hasta la producción más extraña. Des de que Daniela y yo cantamos juntos hemos notado que hay gente que percibe una química especial que intentamos crear en escena y, además, nos ha aportado mucho a ambos a nivel personal, dando más entidad a nuestra individualidad.
D. D.: Al principio de estar juntos era muy divertido porque la gente se acercaba y nos decía que nuestros personajes parecían “dos personas que se quieren de verdad”. Pero no hay que olvidar que también es bueno cantar con otros compañeros, tanto para el público como para nosotros.

Ó. A.: ¿Estudian juntos?
D. D.: Tenemos dos maneras diferentes de hacerlo. Yo pri mero memorizo el papel –si es nuevo– y normalmente lo pongo en voz una vez empiezan los ensayos: allí ya trabajamos juntos. El estudio que hago en casa suele ser más memorístico; también trato de entender qué tipo de personaje estoy haciendo.
F. A.: Yo nunca me quiero perder la sorpresa que supone descubrir en escena algo diferente. Esto es algo que tenemos muy en cuenta. Pero siempre hay consultas mu tuas...

Ó. A.: Volviendo a La Fanciulla, ¿cómo ven sus roles?
D. D.: Es una de las óperas más modernas de Puccini y consigue recrear cierta atmósfera de la América de esa época, igual a como lo hace con la cultura japonesa en
Butterfly o con la china en Turandot. El personaje de Minnie tiene un carácter especial, es una joven muy sencilla que ha vivido siempre rodeada de hombres, lo cual le genera una dureza frente a ellos y frente al amor. Pero cuando se enamora, lo
hace de la persona errónea, por que Dick Johnson es un bandido. Por eso existe un tema a lo largo de la ópera que es el de la redención, del perdón, a través del amor.
F. A.: Dick Johnson es un bandido a su pesar, pero no es mal vado. Tiene un aspecto
romántico que combina muy bien con los personajes a lo James Stewart o Gary Cooper de los western americanos. Desde el punto de vista vocal es una ópera dura, pero agradecida... Tanto que en Roma tuve que bisar el aria, al go que creo que nadie había hecho, lo cual me llena de orgullo.

Ó. A.: Daniela Dessì también protagonizó
un bis histórico no hace mucho en Florencia, cuando debió repetir el “Vissi d’arte”.
¿Cómo vivió ese momento?
D. D.: Fue muy emocionante porque no se pedía el bis des de hacía 52 años. Y en esa ocasión fue Renata Tebaldi la que bisó el “Amami Alfredo” de La Traviata, así que para ellos también fue una enorme satisfacción.

Ó. A.: ¿Considera que la recuperación del bis es indicativo de una renovación del
entusiasmo por la ópera?
D. D.: Pienso que el exceso de filología ha alejado al público del teatro. Yo creo que es bueno que exista un sano divismo, aspecto que crea una relación más estrecha
entre los cantantes y el público, como sucedía en los años 50 y 60, cuando el público
iba al teatro a escuchar a los cantantes. Yo tengo muy claro que todo lo que hago lo hago para mí y para el público.
F. A.: Durante los años 50 y 60 existía el divismo de los cantantes, después se pasó al de los directores de orquestas y en los últimos años sigue primando el de los directores de escena. Hay que encontrar un equilibrio y dar a cada uno su justo
papel. La ópera, sin el divismo, no existe.
"
-Mercedes Conde Pons; Opera Actual, 03/09-

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